jueves, 9 de febrero de 2012

Era ¡YO!...



Cierto día me levante, la noche antes dormí con mi ropa anterior, salte de la cama, ate mis zapatos, y con sueño camine hacia al baño, tome un vaso con agua, aún no amanecía, con mucha flojera sí, pero con esa emoción de llevar a cabo eso que tanto se había pospuesto. Salí de casa, era un Domingo, una madrugada fría; al salir, tenia una vista de la ciudad, parecía vacía.








Llegué al lugar indicado, un campo lejos de la ciudad, encendí mi lámpara de minero, arme y coloqué mi equipo. En ese momento pude notar esa sensación de que algo podría pasar pero, no le di importancia, ya instalado y listo para lo planeado espere, podía escuchar aún el chirrío de los grillos, noté que el sol se asomaba tímido y comenzaba a bajar la temperatura, un aire que te despierta por completo, comenzó a colarse por mis pies.
Con la nariz congelada, comencé y tomé posición, dispuesto a lanzar los mejores disparos y sacar las mejores tomas; termine después de bastantes imágenes del amanecer, guarde mi equipo y di por finalizada la sesión.




Ya listo para irme, al voltear, vi una casa abandonada que antes no había notado ¡Podría lograr unas buenas fotos!     -pensé, fui hasta ese lugar, una casa tan atrayente, no obstante en el peor momento que se hubiese pensado; cuando vi lo que sucedía dentro ¡quedé impactado!.















Había sido sin proponerme, testigo de un asesinato; !No puede ser, notaron mi presencia! - dije, corrí como nunca aterrorizado, yo en ese lugar solo, con tal presión, pude alcanzar a ver a la distancia una construcción; una casa muy vieja de bloques de barro, destruida por el tiempo, sin techo, ni ventanas y con la hierba crecida. Me introduje buscando un lugar para esconderme, en un momento me agazape hasta el fondo y pensé, -¡No me puede estar pasando esto a mi!, pude ver para mi desgracia a una persona apuntando con un arma directamente hacia mi, en ese momento supe que era mi fin; todo enmudeció, escuchaba latir mi propio corazón, y la hierba que sus pasos rompían, de lejos vi sólo el chispazo que hizo el arma ¡Bang! escuche; y un gran eco sonó en mi cabeza.




No sé,  tal vez transcurrieron segundos, minutos u horas no lo sé, desperté; sentí recorrer algo por mi frente, algo tibió, toque con mi mano, pero no pude sentir y ver más que sudor, no sabía realmente que había sucedido, me levante, me sacudí, tenia el cabello lleno de cardos, me sentía tan ligero, percibí gran ligereza en mis pies, no recordaba nada, lo que si notaba es que el paisaje se mostraba con colores muy intensos, el cielo parecía tan azul.



Me acerque a un río, pretendiendo que en el reflejo podría notar lo que seguía sintiendo en mi frente, por más que lo intente, no lograba ver mi propio reflejo, el correr de las aguas me lo impedían, de pronto recordé: ¡mi cámara!, volví al sitio en donde intente refugiarme, corrí, algo que no había notado, era que no sentía el aíre, ni sentía el calor del sol, una vez ahí entre; no tenía idea de lo que presenciaría, fue tal la impresión, no podía entender, no podía entender nada!, me acerqué, otra vez el silencio inundó el lugar, pero esta vez no escuche los latidos de mi corazón, ni la hierba que cruje al pisarla, sentí miedo, mucho miedo, me acerque; !Era YO!.

Ahora entendía, recordé de inmediato, palpando toqué mi cabeza, y supe...

...que era esa sensación tibia que sentía en mi frente.


Cuento corto
Género: Fantástico
Autor: Ricardo Vélez